lunes, 23 de agosto de 2010

1. Welcome to Sumatra, Mister!!!!

Cuando nos acercamos al puerto me apresuro a prepararme. Quiero ser el primero en salir del barco antes de que la marabunta de gente pase por encima de “Artea la Atea”. Pero todos me hacen gestos de que me lo tome con calma.
Una hora después parece que hay movimiento. Hay algo que no me cuadra. El barco es pequeño y está lleno. El muelle es grande y está vacío. Pero en lugar de ponerse en el muelle a la salida del barco, la policía de inmigración mete una mesa al barco y hacinados en el inician los malditos trámites burocráticos. Tienen la deferencia de atenderme el primero y observo mucho teatro y mucho aire de poder en el funcionario que se encargará de sellar mi entrada en el nuevo país. Al funcionario indonesio le gusta dejar claro quién manda.
Siempre he opinado que la primera impresión que uno tiene cuando cruza una frontera es la que te vas a llevar del país. El paso fronterizo marca la idiosioncrasia de un país. Y vi chulería en el funcionario con el poder que le otorga el sello y ansiedad por sacarse un dinero extra en los funcionarios del control de equipaje. Así será Indonesia y su burocracia, corrupción sin miramientos, dinero por debajo de la mesa por doquier.
Y el pueblo? Cuando por fin salgo de la terminal me encuentro en una situación surrealista. Como si se tratara de la salida de una estrella del rock, una veintena de indonesios me espera haciendo el pasillo con los brazos en alto y vitoreando mi salida. Nunca me había pasado. Estoy flipando. Es una vacilada? Es un recibimiento cordial? Es normal? Se equivocan de persona? Salgo y me detengo en una esquina, no sé dónde estoy y a dónde ir, es de noche y estoy tratando de centrarme. Enseguida soy rodeado. Mister! Mister! Hello Mister! How are you Mister! Good morning Mister! Aguanto el envite y salgo hacia la única carretera que hay, no hay luz, la carretera es muy estrecha y decenas de rick shaws, motos y camiones atascan el paso. Todos me saludan y todos me sonríen. Hay caos por todas partes. Mi primera impresión es que esto es lo más parecido a la India que he visto nunca pero afortunadamente la gente parece diferente.

Este calor que recibí de la gente en mis primeros minutos sería exactamente el mismo que recibiría en las próximas siete semanas.

Entro en un país nuevo y toca adaptarse a él, el dinero, los precios, el idioma, los hábitos, la comida...cuanto antes empiece mejor.

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